Por aquellos momentos aún no sabíamos si íbamos hcer equipo de baloncesto. Éramos muy chavales todavía, los 14 - 15 años no daban paso aún al baloncesto, muchos pensaban en el fútbol y en las minifaldas de las chavalitas que correteaban por el bordillo de la piscina.
En un tarde de pachanga de todoteportes, a una hora tenis, otra fútbol y en la otra nose sabe que, empezamos a ver un poco más cercano la posibilidad de formar el tan ansiado equipo de basket. Tirando a canasta nos encontramos con un chaval que empezó a enchufar triples de una manera exagerada, nos parecía el autentico Raúl Pérez de antaño. Álvaro y yo nos miramos y sin pensárnoslo le dijimos que se metiera en el equipo.
Efectivamente no nos equivocamos, fue nuestro gran anotador en el equipo de cadetes, más de 150 puntos en esa categoría lo demostraba, su mecánica de tiro un poco extraña, se agachaba y con las dos manos impulsaba el balón como si de un misil Nikita se tratase. Ese misil que a tantos de nosotros nos encandilo en el juego Metal Gear Solid de la play 1. Ese misil que se dirigía y caía en el sitio justo y a la hora señalada. Así nos parecían los balones que soltaba de su mano, con destino claro : la red.
De ahí el mote de Pablo : Nikita, aún algunos se lo dicen y se lo recuerdan por la gran temporada que hizo. Al año siguiente se le apagó la luz o echó el telón, Dios sabe que le pasó por su mente, pero Nikita nunca fue el mismo. Fue Flor de una temporada...