Qué de tiempo ha pasado desde nuestros inicios en el baloncesto.
Recuerdo un simple cartel a las puertas del club reclutando a socios que quisieran jugar al baloncesto durante unas horas a la semana. Pablo Pascualvaca ( del que ya hablaré en su momento junto a su pareja de baile, Simón ), el monitor por aquel entonces, empezaba a ilusionarse con un proyecto que empezaba a ver la luz a finales del verano.
Niños de todas las edades llenaban nuestra mítica cancha correteando y saltando. Casi todos, por no decir todos, nunca habíamos jugado un partido de baloncesto. Algunos venían del fútbol, otros del tenis... pero nadie sabía nada serio de aquel deporte, quizás algunas voces que hablaban de un tal Jordan, un tal Kobe... y mucho menos nadie sabía que era eso de pasos, tiempo muerto o defensa en zona.
Recuerdo que cada uno quería meter la canasta más inverosímil, el triple más largo, coger el rebote más alto...pero a medida que pasaban las semanas, Pablo comenzó a inculcarnos ese gusanillo por competir y divertirnos a la vez. Novatos en todos los sentidos en una categoría cadete, con algunos infantiles que completaban la plantilla. Con jugadores que aún no sabían diferenciar entre unos botines de fútbol y otros de baloncesto. Una auténtica experiencia que jamás olvidaré.
No todo fue un camino de rosas. Había equipos muy experimentados que llevaban muchos años navegando por el distrito como Diablos Rojos, equipos con un palmarés envidiable como Unión 70 y equipos que tenían un tremendo potencial como el Colegio San Agustín. El grupo lo completaban varios colegios más y varias escuelas de baloncesto. El inicio de la competición fue un varapalo tremendo para todos nosotros. Perdíamos de más de 70 ante un equipo que a la postre sería el campeón de grupo. Una hostia bien dada en todos los sentidos que nos bajó a los infiernos y nos hizo reflexionar. Creo que ese varapalo sirvió para afrontar de manera diferente todos los demás encuentros.
La liga siguió su rumbo y nuestra concentración, fuerza y lucha nos llevó a ganar el resto de partidos en la primera vuelta (quitando el último ante San Agustín en nuestra pista ). La segunda vuelta se centró más en intentar pasar de ronda , ya que la situación había cambiado. Pero nos encontramos con un temido Diablos Rojos que nos tumbó en su campo y nos ganó el factor cancha. Dependeríamos en la última jornada de liga de nosotros mismo. Ganar si o si en la cancha del Colegio San Agustín nuestro último reto.... pero esa historia os la contaré más adelante.
Gracias a esa temporada vivimos una experiencia inolvidable, partidos míticos llenos de emoción, de lucha y entrega, partidos donde se veía la ilusión de los chavales por competir. Amigos que no se quedan en el olvido y un sinfín de anécdotas que cada uno tendrá en su memoria.
De ese año se pueden destacar las míticas actuaciones de Pablo "misil nikita" con más de 150 pts en la temporada. Los rebotes sin saltar en la lucha y entrega de Gaby, los movimientos tibetanos en el poste alto de la zona que desequilibraban a cualquiera, el descubrimiento de Yerar, un chaval que venía de jugar al tenis y que nos parecía el niño - techo de la liga. Y por supuesto... nuestra inclusión en la selección de Distrito Este por parte de varios jugadores de nuestro equipo en las que yo me incluyo. Perdimos ante Triana y Casco Antiguo...pero las derrota no fueron importantes. Lucir en nuestro primer año de baloncesto las camisetas de la selección fue un hito heroico. Esas camisetas aún están en nuestros armarios guardadas... como oro en paño.
lunes, 14 de enero de 2008
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